Paulo Futre: rojiblanco de corazón
La mejor forma de
definir el espectáculo, la calidad y la grandeza futbolística solo requiere de
una palabra, mejor dicho de dos, un nombre y un apellido: Paulo Futre. Este portugués
llegado del Oporto se iba a convertir en uno de los jugadores más completos y
de mayor técnica que los aficionados rojiblancos iban a ver correr por la banda
izquierda del Vicente Calderón.
![]() |
Paulo Futre |
Futre disputó 205
partidos en su primera etapa con la elástica rojiblanca y en ellos marcó 54
goles. Consiguió dos Copas del Rey y un subcampeonato de la Liga. Podía jugar
de delantero, de mediapunta o de extremo izquierdo pero lo importante no era de
qué jugaba sino cómo jugaba. Era rápido, vertical, ágil, un mago del balón. Poseía
un gran disparo y era un auténtico especialista a balón parado. Fue el máximo
exponente de del contragolpe en el mundo del fútbol y para muchos fue el mejor
jugador del mundo de la época. Llegó a ser condecorado con el Balón de Plata tras
quedar segundo en la clasificación de goleadores en Europa.
Como ha venido
sucediendo, sucede y sucederá a lo largo de los años de la historia de este
club, hay jugadores que nada más llegar quedan prendados de él, de su afición,
de su empuje, de sus colores rojiblancos. Nadie sabe que es, pero el Atleti
tiene algo que todo aquel que lo descubre queda enamorado del club para siempre.
Algo que atrapa y que no te deja indiferente. Futre fue uno de estos jugadores
que quedó absolutamente obnubilado por el Atlético de Madrid y desde el día en
que llegó al equipo por sus venas corre sangre rojiblanca.
Tal es su amor por el
equipo colchonero que quiso venir a terminar su carrera futbolística al club
del Manzanares. En su segunda etapa que tan solo se extendió durante la
temporada 97-98, Futre apenas jugó diez partidos que fueron más de
reconocimiento al trabajo bien hecho y de despedida de la que siempre será su
afición.
Esta pasión que algunos
futbolistas transmiten por el club es lo que les hace obtener un cariño
multiplicado por mil por parte de la afición. El hincha sabe quién da todo por
la camiseta que lleva puesta y ese será arropado por ellos eternamente. Paulo
Futre lo daba todo en cada partido por el club, luchaba cada balón como si
fuera el último y moría en cada jugada por el simple hecho de que había
entendido la grandeza del equipo en el que jugaba y porque quería devolver a la
afición una pequeña parte del aliento que él recibía cada domingo.
Tanto es así que
después de abandonar el fútbol, volvió al club de sus amores como director deportivo.
Sacó al equipo del infierno de Segunda y en 2003 dejó el cargo para convertirse
en un aficionado más al que podemos encontrar cada quince días en el Vicente
Calderón. Futre será eternamente rojiblanco de corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario