28 de diciembre de 2012

Los 10 mejores jugadores de la historia rojiblanca

El privilegio de crear historia

A lo largo de los años muchos, muchísimos son los jugadores que pasan por las filas de un club de fútbol, pero son pocos, muy pocos los que consiguen hacerse un hueco en la historia de ese equipo, son muy pocos los que consiguen llegar al corazón de los aficionados, ya sea por su calidad con el balón, su calidad como persona o ambas cosas.

El Atlético de Madrid es uno de los equipos que cuenta con una hinchada más exigente, en el buen sentido de la palabra. Es una afición exigente con sus jugadores porque sólo piden una cosa: que éstos les devuelvan la milésima parte de lo que ellos entregan por el club cada partido, que se dejen la piel por algo que para muchos de ellos no es sólo fútbol sino una parte imprescindible de su vida.

En todo equipo, sea cual sea el deporte, existen tres tipos de jugadores que conforman la leyenda del club. En primer lugar, están aquellos que han pasado sin pena ni gloria por el club, que no han aportado nada, y cuyos nombres, por diversas circunstancias, no han quedado grabados en los anales de la historia del equipo. En segundo lugar, aparecen aquellos jugadores que, como hemos mencionado anteriormente, han dejado huella, han marcado una época en el club, aquellos jugadores que son santo y seña de un equipo, aquellos que sólo con pronunciar su nombre, el escudo de su equipo aparece inmediatamente en tu cabeza. Y, por último, existe otro tipo de jugador que crea otro tipo de historia, esto es, aquellos que han sido ídolos de masas pero que, sin embargo, con su marcha hicieron que la afición les perdiera todo ese cariño y apego que les profesaban, ya bien sea por unas declaraciones inadecuadas, ya sea por una falta de respeto a la afición o ya sea por marcharse al eterno rival de un club.

En esta ocasión nos centraremos en dar protagonismo a todos aquellos que durante su estancia en el Atlético de Madrid han defendido desde el principio hasta el final las rayas rojiblancas, aquellos que se convirtieron y se siguen convirtiendo en la envidia de medio mundo por su calidad con el balón en los pies, los que han engrandecido la historia colchonera, en resumen, aquellos que se han mostrado orgullosos de pertenecer a este club y han hecho al Atleti un equipo grande.

El problema surge a la hora de la selección de estos jugadores. Tras casi 110 años de historia rojiblanca, muchos son los que se merecen un hueco en esta pequeña lista que engloba a los mejores jugadores de su historia. Pero ante la imposibilidad de crear una enumeración con más de un centenar de jugadores, nos centraremos en aunar los 10 jugadores que mejor hayan representado esta calidad futbolística y a su vez hayan mostrado un vínculo afectivo con el club. Al igual que un barco sin capitán se hundiría, un equipo de fútbol sin un entrenador no sería nada. Es por esto por lo que también dedicaremos espacio a analizar al mejor entrenador de la historia colchonera.




Los 10 mejores jugadores de la historia rojiblanca






Luis Aragonés: la leyenda más viva del Atleti


Luis Aragonés 
En la historia de un cualquier club de fútbol existen jugadores importantes, jugadores recordados, jugadores a los que se le estará eternamente agradecidos, jugadores que representan de la mejor manera el club y jugadores a los cuales su grandeza y amor por el club han convertido en auténticas leyendas. Estos últimos son los futbolistas que pasen los años que pasen formarán parte del alma del club.

Luis Aragonés Suárez representa a la perfección el término leyenda. Ha dedicado más de media vida alAtleti, a su Atleti, por el que tanto ha sufrido, por el que tanto ha peleado y al que tanto quiere. 

Zapatones¸ como era conocido en su época de jugador, se incorporó al club en el año 1964 como uno de los interiores derechas más goleadores del panorama futbolístico español. Poseía un juego y una visión que fue mejorando con el paso de los años. Llegó a ser un gran especialista en tiros de falta y en el lanzamiento de penas máximas desde los once metros. Tenía un potente disparo y se consagró como uno de los mejores futbolistas del momento.

Luis Aragonés puede presumir de haber vivido la época dorada del Atleti, puede decir que él formó parte de la historia más grande del club y por la cual el Atleti se le considera un grande de España. En su primera temporada como rojiblanco, Luis ganó la Copa del Rey y quedó segundo en el campeonato nacional pero al año siguiente, completaría la faena quedando primero y alzándose con el trofeo de la Liga.

Durante sus diez años en el club, Luis disputó 360 partidos y marcó 173 goles. A su vez,  consiguió otras dos Ligas y otra Copa del Rey. En la temporada 69-70 obtuvo el trofeo Pichichi que le acreditaba como el máximo goleador de la Liga. Este trofeo tuvo que compartirlo con su compañero de equipo Gárate y con el jugador del Real Madrid, Amancio Amaro tras quedar los tres empatados a 16 goles.

Fue el protagonista de uno de los momentos más grandes de la historia del club puesto que en el partido de ida que jugaban contra el Bayern de Múnich, Luis marcó un golazo de falta directa que ponía, momentáneamente, la Copa de Europa en las vitrinas rojiblancas. En el partido de vuelta, la dolorosa derrota por 4-0 dejaría a los rojiblancos sin el ansiado trofeo.

Tras una decena de temporadas en el club de sus amores, Luis Aragonés decidió colgar las botas con un gran palmarés a sus espaldas y con la denominación de ídolo para la afición colchonera. Cambió la elástica de jugador por el mono de trabajo de entrenador y, como no podía ser de otra manera, empezó en el club que le había visto hacerse grande como jugador.

Luis entrenó al Atlético de Madrid en cuatro ocasiones. La primera de ellas abarcó desde el año 1974 hasta 1980, alzándose con la Copa Internacional, una Copa del Rey y una Liga. Su segunda etapa duró cinco años que se desarrollaron entre 1982 y 1987 y en ellos consiguió otra Copa del Rey y la Supercopa de España. Entre 1991 y 1993 tiene lugar su tercera aparición en el banquillo colchonero ganando otra Copa del Rey más. Por último, en el año 2001 llega de nuevo al club cuando éste se encuentra en su peor momento, su segundo año en la segunda división española. Luis consigue sacar al equipo del infierno y devolverlo a la máxima categoría.

Por su fidelidad al club tanto de jugador como de entrenador, Luis Aragonés ha sido enmarcado como leyenda dentro del Atlético de Madrid. Lo ha sido todo en el club y lo sigue siendo porque el Sabio de Hortaleza  pasea orgullo rojiblanco allí por donde pasa. Jugadores como él son difíciles de encontrar en el panorama actual de fútbol  en el que el dinero y fama lo es todo. Para Luis había algo que le movía por encima de todas las cosas, su corazón eternamente rojiblanco.

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José Eulogio Gárate: gloria atlética

Muchos aficionados del Atlético de Madrid consideran a este magnífico delantero centro como el mejor de todos los que han pasado por el club rojiblanco. Este argentino de nacimiento fue durante más de diez años, el referente en ataque del conjunto colchonero.

Gárate fue un buen delantero con muchísimo olfato goleador ya que hablar de Gárate es hablar de gol. Fue uno de los jugadores más limpios que han pasado por la Liga pues en toda su carrera deportiva, la cual fue desarrollada en su gran mayoría en nuestra liga, tan sólo fue expulsado en una ocasión. Le llamaban El ingeniero del área  debido a su calidad en la zona de máximo peligro y, por supuesto, a que durante su periodo como futbolista también se dedicó a estudiar la carrera de ingeniería industrial.

Este magníficodelantero llegó al club del Manzanares en el año 1966 procedente de la Sociedad Deportiva de Indauchu. Formó una de las mejores parejas de ataque al lado de Luis Aragonés y ambos eran la envidia de media Europa. Disputó un total de 327 partidos con la elástica rojiblanca en los que marcó 136 goles. Consiguió el trofeo Pichichi en tres ocasiones consecutivas aunque en todas ellas tuvo que compartirlo. En la temporada 68-69 marcó 14 goles y compartió trofeo con Amancio. Este Pichichi fue muy mertitoso ya que Gárate sólo jugó 20 encuentros en toda la Liga debido a una lesión que le tuvo apartado de los terrenos de juego. Al año siguiente la historia se repetía pero en esta ocasión el empate entre el rojiblanco y el merengue era a 16 goles. Además, su compañero de equipo Luis Aragonés también igualaría esa marca por lo que el logro fue para los tres. Por último, en la temporada 70-71 anotó 17 goles y esta vez su premio lo compartiría con el jugador del Barcelona, Carles Rexach.

José Eulogio Gárate
Al igual que Luis Aragonés, José Eulogio Gárate vivió una de las épocas más gloriosas del Atlético de Madrid, una gloria que gente como él había dado la posibilidad de conseguir. En su palmarés figuran trofeos como la Copa Intercontinental, con su amigo y ex-compañero Luis Aragonés como técnico rojiblanco, tres Ligas y dos Copas del Rey.

En 1977 sufrió una dura entrada que le produjo una extraña lesión que estaba causada por la infección de su rodilla mediante un misterioso hongo desconocido. Esto produjo su retirada del fútbol profesional y a partir de este momento dedicó su vida a ejercer como ingeniero.

José Eulogio Gárate nunca salió de la lesión pero tampoco saldrá nunca de la memoria de aquellos que le vieron jugar y del corazón de los que si haberle visto demostrar su grandeza en directo, supieron que fue el más grande caballero del fútbol español.



Luiz Pereira: el muro infranqueable


Es de sobra conocido por todos que en la presente selección de grandes jugadores de la historia rojiblanca podríamos incluir a más decenas de jugadores que han sido muy importantes para el club. Pero el problema que surge es que la mayoría de los jugadores que aparecen en esa lista suelen ser delanteros, extremos, mediapuntas…en definitiva, jugadores llegadores al área que con sus goles han marcado la diferencia. Por el contrario, siempre se relega a un segundo plano a los porteros, defensas y centrocampistas defensivos, en gran parte, porque su escasez de cara el gol les convierten en futbolistas menos vistosos.

En esta tercer mención a jugadores rojiblancos importantes, hemos querido destacar a un jugador defensivo, pero no cualquier jugador, sino a un auténtico defensa central que, valga la redundancia, defendió con uñas y dientes las zaga rojiblanca, Luiz Pereira.

Luiz Edmundo Pereira, que así es su nombre completo, militó en el club del Manzanares durante un largo periodo de tiempo. Se incorporó a sus filas en el año 75 junto a su compañero en el Palmeiras, Leivinha, con el cual también compartió vestuario en la capital de España. Su debut en el Atlético de Madrid tuvo lugar el 28 de septiembre en un partido en el que se enfrentaban contra el Salamanca en el que el equipo rojiblanco consiguió la victoria por 4 goles a 1.

Metía tanto miedo a la grada cuando sacaba la pelota como a los rivales cuando le encaraban. Era un defensa duro, fuerte y muy elegante. Se convirtió en uno de los primeros centrales de la época en sacar la pelota jugada y no jugar al pelotazo. En cuanto contaba con a ocasión, realizaba grandes subidas por las bandas y ponía buenos centros a sus compañeros. Pereira poseía un regate de gran calidad pero a veces, esto se traducía en pérdidas de balón que acababan con un gol del equipo contrario. Al mismo tiempo, era un defensa muy goleador y marcó importantes tantos.

Pereira permaneció durante cinco temporadas en el club rojiblanco con un bagaje de 171 partidos jugados en los cuales marcó un total de 17 goles, una cifra que no está nada mal por tratarse de un defensa central. En su palmarés cuenta con una Copa del Rey, ganada en su primer año con colchonero, y una Liga que fue obtenida en la temporada siguiente en la 76-77.

Luiz Pereira fue y es un mito para la parroquia rojiblanca y en numerosoas ocasiones ha demostrado el afecto y cariño que él guarda a este club. Su carácter valiente y aguerrido le hizo convertirse en uno de los jugadores más queridos por la hinchada. Pereira se entregaba al máximo en el campo y respondía de manera muy favorable en todos los partidos que disputó. Por todo ello, es por lo que creó historia en el club y por lo que todos los aficionados rojiblancos le han tenido siempre un enorme cariño y le guardan en su memoria como el ejemplo a seguir de cualquier defensa central.

Luiz Pereira


Paulo Futre: rojiblanco de corazón

La mejor forma de definir el espectáculo, la calidad y la grandeza futbolística solo requiere de una palabra, mejor dicho de dos, un nombre y un apellido: Paulo Futre. Este portugués llegado del Oporto se iba a convertir en uno de los jugadores más completos y de mayor técnica que los aficionados rojiblancos iban a ver correr por la banda izquierda del Vicente Calderón.

Paulo Futre
En el año 1987 llegaba directamente del fútbol portugués una joya futbolística que ya había empezado a deslumbrar a medio mundo. Había conseguido multitud de títulos nacionales e internacionales con su anterior club, pero al mismo tiempo había obtenido el reconocimiento del campeonato nombrándole mejor jugador de la liga portuguesa en dos de la tres temporadas que había jugado en el Oporto. Fue una petición expresa del, por aquellos años, presidente del Atlético de Madrid, Jesús Gil y Gil quién no paro hasta conseguir que ese gran jugador pisara el césped del feudo rojiblanco.

Futre disputó 205 partidos en su primera etapa con la elástica rojiblanca y en ellos marcó 54 goles. Consiguió dos Copas del Rey y un subcampeonato de la Liga. Podía jugar de delantero, de mediapunta o de extremo izquierdo pero lo importante no era de qué jugaba sino cómo jugaba. Era rápido, vertical, ágil, un mago del balón. Poseía un gran disparo y era un auténtico especialista a balón parado. Fue el máximo exponente de del contragolpe en el mundo del fútbol y para muchos fue el mejor jugador del mundo de la época. Llegó a ser condecorado con el Balón de Plata tras quedar segundo en la clasificación de goleadores en Europa.

Como ha venido sucediendo, sucede y sucederá a lo largo de los años de la historia de este club, hay jugadores que nada más llegar quedan prendados de él, de su afición, de su empuje, de sus colores rojiblancos. Nadie sabe que es, pero el Atleti tiene algo que todo aquel que lo descubre queda enamorado del club para siempre. Algo que atrapa y que no te deja indiferente. Futre fue uno de estos jugadores que quedó absolutamente obnubilado por el Atlético de Madrid y desde el día en que llegó al equipo por sus venas corre sangre rojiblanca.

Tal es su amor por el equipo colchonero que quiso venir a terminar su carrera futbolística al club del Manzanares. En su segunda etapa que tan solo se extendió durante la temporada 97-98, Futre apenas jugó diez partidos que fueron más de reconocimiento al trabajo bien hecho y de despedida de la que siempre será su afición.

Esta pasión que algunos futbolistas transmiten por el club es lo que les hace obtener un cariño multiplicado por mil por parte de la afición. El hincha sabe quién da todo por la camiseta que lleva puesta y ese será arropado por ellos eternamente. Paulo Futre lo daba todo en cada partido por el club, luchaba cada balón como si fuera el último y moría en cada jugada por el simple hecho de que había entendido la grandeza del equipo en el que jugaba y porque quería devolver a la afición una pequeña parte del aliento que él recibía cada domingo.

Tanto es así que después de abandonar el fútbol, volvió al club de sus amores como director deportivo. Sacó al equipo del infierno de Segunda y en 2003 dejó el cargo para convertirse en un aficionado más al que podemos encontrar cada quince días en el Vicente Calderón. Futre será eternamente rojiblanco de corazón.


José Francisco Molina: el cerrojo

Francisco Molina
El mundo del fútbol es muy injusto, siempre se lo bueno de los delanteros y lo malo de los porteros; los guardametas son siempre los eternos olvidados. Siempre se ha dicho, y es cierto, que se ven más los fallos de los porteros que los aciertos, pero no nos podemos olvidar que con sus paradas y sus buenas intervenciones, ellos salvan partidos, dan títulos y, sin embargo, son a los que menos importancia se les proporciona. Por este motivo en esta lista de mejores jugadores del Atlético de Madrid no podíamos olvidarnos de darle el lugar que se merece uno de los mejores porteros que han defendido el arco rojiblanco, José Francisco Molina.


La portería es un puesto que en el Atlético no ha sido muy regular, es más, desde la salida del club de Molina ningún portero ha destacado por apilar un gran número de temporadas en ella. Cabe destacar que junto con Molina, Abel Resino fue el otro cancerbero que dejó huella en el club, de hecho consiguió el récord de imbatibilidad en la Liga que a día de hoy se mantiene y que asciende a 1275 minutos sin encajar un gol.

José Francisco Molina llegó al Atlético de Madrid, procedente del Albacete Balompié, en el año 1995 junto con su compañero y gran defensa rojiblanco, Santi Denia. Disputó 248 partidos con la camiseta del equipo rojiblanco y obtuvo en su primera temporada como colchonero el Trofeo Zamora que le acreditaba como portero menos goleado de la temporada. Fue el portero titular durante la temporada 95-96 y, con eso uno de los culpables, de que el equipo obtuviese el Doblete. Sus grandes paradas salvaron más de un partido importante durante el campeonato.

Permaneció en el equipo hasta el año 2000 donde, tras producirse el descenso a segunda división del Atlético, fue vendido al Deportivo de la Coruña donde continuó su carrera deportiva hasta que un cáncer de testículo le apartó de los terrenos de juego por un gran periodo que se extendió hasta el año 2006.

Su buena actuación en el Atleti no pasó desapercibida ya que en más de una ocasión fue llamado a rellenar las listas de las convocatorias de la Selección Nacional de Fútbol. Fue convocado para la Copa del Mundo de 1998 disputada en Francia e incluso para la Eurocopa 2000. Curiosamente, su debut con el combinado nacional nofue como portero. En un partido contra Noruega, y con todos los cambios de jugadores de campo agotados, se lesionó uno de los defensas y Molina salió a sustituirle ocupando la demarcación de lateral izquierdo, posición en la que no se desenvolvía mal.

José Francisco Molina era uno de los mejores porteros con los pies y poseía una cualidad que cada día se va perdiendo más en los arqueros actuales, salía a por los balones de área, no se quedaba esperando debajo del larguero. Era valiente y aguerrido y eso lo supo ver la hinchada colchonera para quien, Molina, forma parte de la mejor historia atlética.
  

Diego Pablo Simeone: derrochando coraje y corazón

Muy grande fue la huella que, como jugador, dejó Simeone en todos los aficionados rojiblancos. Admirado e idolatrado por la grada debido a su alto nivel de compromiso con las rayas rojas y blancas que portaba en su camiseta. Salía al campo a dejarse la vida, a morir por el escudo que llevaba bordado en su pecho y a pelear desde el minuto uno hasta que el árbitro determinara el final del encuentro. Era ejemplo de luchador incansable, de fortaleza y garra.

Diego Simeone
Son todos estos atributos y su actitud en la cancha lo que llevó al Cholo a convertirse en un ídolo de masas en el Calderón. Su defensa del club allá por donde iba, su declaración de amor a los colores rojiblancos y su entrega partido tras partido hizo que la hinchada atlética no dudara ni un segundo en proclamarle santo y seña del Atlético de Madrid.

Al igual que otra gran cantidad de jugadores, Diego Simeone pronto comprobó lo que era ser del Atleti. Tras su breve paso por el Sevilla. El argentino recaló en la capital de España para jugar en el Atlético en el año 1994 y al instante quedó enamorado de este club, de su gente, de su alegría y de todo lo que aquello conllevaba. El día que el Cholo firmó por el Atleti, nunca más pudo volver a desvincularse de él, su corazón se hizo rojiblanco y así lo sigue defendiendo por cada rincón del mundo.

En su primera etapa como rojiblanco, Diego Simeone saboreó las mieles del éxito. Fue piezafundamental en la consecución del mítico Doblete del club del Manzanares. Esto se traduce en la conquista, en la temporada 1995-1996, del campeonato de la Liga española y la Copa del Rey. Es más, el protagonismo del centrocampista argentino va más allá, ya que en el último partido de la temporada en el que se jugaban la Liga, el Cholo anotó el primer gol del encuentro con un magnífico cabezazo. Era el pulmón del equipo, empezaba desde la banda izquierda y siempre llegaba a pisar el área rival, prueba de ello es la capacidad goleadora que poseía pese no a ser delantero, anotó 24 goles en 97 partidos que disputó en este primer periodo.

Como ya hemos mencionado anteriormente, el Cholo ya era atlético de corazón, pero tras ese gol en el Calderón contra el Albacete que certificaba que el campeonato se teñiría de rojo y blanco, se demostró una vez más lo importante que era el club para él. Esa energía, ese sentimiento que puso en la celebración del gol, dejaba patente que el Atlético de Madrid se había convertido en el club de sus amores.

Fue proclamado uno de los capitanes del equipo y en el año 2003 volvió al club iniciando así su segunda etapa que se extendería durante dos temporadas más en el Vicente Calderón. Es en esta segunda ocasión se adaptó al esquema del equipo y retrasó su posición para jugar en el centro de la zaga e incluso de mediocentro defensivo.

Desde su salida del club el año 2005 todos los aficionados rojiblancos contaban los minutos para que su gran ídolo volviese de nuevo a la que ha sido, es y será siempre su casa. Deseaban que volviera ocupando una demarcación muy especial, la de entrenador del primer equipo. La temporada pasada la hinchada pudo ver cumplidosu sueño y el mítico grito de “ole, ole, ole Cholo Simeone” vuelve a retumbar entre las paredes de un estadio que siempre le ha visto triunfar.



Kiko Narváez: el arquero del doblete

Cuando se menciona el nombre de Francisco Narváez, Kiko a todo el mundo le viene a la cabeza la famosa celebración del arquero, esa que años después tantos y tantos jugadores han imitado a modo de homenaje a uno de los grandes del fútbol español.

Kiko pasó la inmensa mayoría de su carrera deportiva dedicado por y para el Atleti. Llegó al club colchonero en 1993 procedente del Cádiz y tras unos comienzos un poco irregulares, debido en parte a la inestabilidad sufrida en el banquillo del equipo, Kiko terminó explotando en su tercera temporada en la filas del conjunto del Manzanares.

Kiko Narváez
Esta tercera temporada coincidió con la llegada al club de Radomir Antic, técnico que más provecho y mejores resultados sacó del jerezano. Al mismo tiempo, esta tercera temporada coincidió con una de las más álgidas del club, se conquistó el Doblete de Liga y Copa del Rey. Kiko se convirtió, junto con nuestro futbolista anterior Simeone, en el alma de un equipo que firmó uno de los años más brillantes del club en lo que se refiere a juego, solvencia y determinación. Kiko, tras el gol anotado por Simeone, marcó el segundo tanto en el último partido de Liga contra el Albacete, que proporcionaba al Atlético la consecución del título de Liga y disipaba todos los fantasmas de que se escapara el campeonato.

Aunque era conocido como Kikogol, no destacaba precisamente por su promedio goleador ya que el año del Doblete tan solo marcó 11 goles, algunos de ellos con una gran importancia, y el año que batió su propio récord de tantos se quedó con la escasa cifra de 13. Era un jugador lento en carrea, pero rápido de movimientos. Era el número uno jugando deespaldas a la protería y cubriendo la pelota. Era capaz de dar passes imposibles a los compañeros con todas las partes de la bota incluso con lo ojos cerrados. A pesar de sus dotes de pasador, Kiko también sabía desenvolverse en el área y consiguió 48 goles en 224 partidos que disputó con la camiseta rojiblanca.

No era un delantero centro nato, de hecho solía jugar como segundo delantero o mediapunta por lo que esto explica sus medias goleadoras nada desorbitadas. Si bien es cierto, que esto lo decimos teniendo en cuenta los tiempos que corren puesto que con jugadores como Messi que anotan 50 goles en una temporada, los 13 de Kiko se antojan escasos, pero en la temporada 1996-1997, la media goleadora se situaba en los 20 goles por lo que tampoco anduvo exageradamente lejos.

Kiko jugó ocho temporadas en el Atlético de Madrid y en ellas se convirtió en un jugador muy querido para la hinchada hasta que en el año 1999, cuando el equipo peor estaba, comenzó unas negociaciones con el AC Milán que no gustaron nada a parte de la grada. Las continuas lesiones en su tobillo izquierdo frenaron esta contratación a mediados de temporada pero al final de la misma, Kiko abandonó el club.

A pesar de todo ellos, Kiko ha seguido haciendo alarde de su forofismo rojiblanco una vez dejado el club, lo que hace que todos le sigamos recordando como el arquero del Calderón.

Fernando Torres: eterno sentimiento rojiblanco

¿Qué se puede decir de un jugador que ha pasado toda su vida en las categorías inferiores del Atleti? ¿Qué se puede decir de un jugador que ha rechazado grandes cantidades de dinero, ofertas mareantes, grandes oportunidades deportivas todo por conseguir triunfar en el club de sus amores? ¿Qué se puede decir de El Niño más grande que cualquier atlético ha visto jugar?

Hablar de FernandoTorres es sinónimo de hablar del Atleti. Nadie mejor que él ha representado los colores rojiblancos. Nadie mejor que él comprende lo que es vestir la elástica colchonera. Nadie mejor que él para definir el eterno sentimiento y el eterno amor a unos colores que siempre llevará en su corazón.

Si buscamos una fecha de llegada al club, deberíamos remontarnos al año 1995, Torres tenía 11 años y acaba de deslumbrar la temporada anterior tras haber anotado 55 goles en el campeonato. Este fue el inicio de una aventura que, aunque ya no juegue en las filas del club del Manzanares, nunca acabará.

Fernando Torres
El 27 de mayo de 2001, el entrenador por aquella época del equipo rojiblanco, Carlos García Cantarero, hacía debutar a un chaval muy joven que apenas se le conocía y sin embargo iba a dar muchas alegrías. Pronto empezó a demostrar su calidad ya que tan solo una semana más tarde de su debut Fernando anotó su primer gol contra el Albacete. Desde ese momento su vida y la de los atléticos cambió por completo, estábamos ante uno de los mejores delanteros que habían visto los hinchas.


Con Luis Aragonés en el banquillo, Torres terminó de explotar su calidad y se reivindicó como el futuro del Atlético de Madrid. El Niño lo fue todo para su club. Con tan sólo 19 años fue nombrado capitán. Año tras año él tiraba del equipo, daba la cara en cada partido cuando muchos de sus compañeros no sabían ni a lo que jugaban, nunca bajaba los brazos y luchó hasta el final por intentar triunfar en el club que le había visto nacer, el club de sus amores y por el que profesaba un amor infinito.

No fueron una, ni dos, ni tres veces las que Fernando Torres tuvo que salir a desmentir su salida del club y su amor incondicional por le Atleti. Todos los veranos era la misma canción, había un equipo interesado en él y todo el mundo le vestía ya con una nueva camiseta, incluso con la del Real Madrid, club en el que, como él mismo ha reiterado, nunca jugará.

Torres aguantó todo lo que pudo, y no fue poco. Tras años y años rodeado de jugadores mediocres, de tirar del carro él sólo, de sacrificarse por el equipo y no recibir nada a cambio, El Niño había crecido y decidió probar suerte en otra liga para intentar crecer individualmente y permitir a su Atleti crecer sin él.

Al Liverpool se marchó un delantero rápido, fuerte, con gran zancada, con gran disparo y con mucho gol pero también se marchó un trocito del corazón de todos los atléticos que allá donde vaya el jugador fuenlabreño allá irán sus corazones.

El destino azaroso quiso que el equipo de sus amores y su, por entonces, actual equipo se enfrentarán hasta en cuatro ocasiones y a su vez, el destino también quiso que El Niño  no pasara el mal trago de tener que enfrentarse a su Atleti puesto que estaba lesionado. No fue hasta el pasado mes de agosto, con Fernando Torres militando ya en el Chelsea, cuando tuvo que enfrentarse alclub colchonero en la Supercopa de Europa. Un partido en el que pasara lo que pasara le dejaría un sabor agridulce.

Antes de su marcha, Torres se había erigido como un ídolo para la parroquia colchonera que había valorado la paciencia y el sentimiento que sentía el delantero hacia la camiseta que había vestido desde bien pequeño. La hinchada le adoraba, le adora y le adorará siempre, porque siempre será uno de los suyos. Tras su marcha, las constantes muestras de amor y cariño hacia el equipo de su vida, a través de declaraciones o con banderas y bufandas del Atleti tras ganar títulos con la Selección Española, han hecho que El Niño  se convierta en leyenda viva de los aficionados del Calderón. Pase lo que pase y juegue donde juegue, Fernando Torres siempre será un eterno rojiblanco.




Diego Forlán: el uruguayo que devolvió la ilusión


En junio de 2007 aterrizaba en el club colchonero un jugador conocido por todos ya que su paso por el Villareal hacía que todos los aficionados del Atlético de Madrid conocieran sobradamente, de lo que era capaz de hacer Forlán con el balón en los pies en la liga española. En su etapa en el club castellonense consiguió alzarse con el trofeo Pichichi y con la Bota de Oro, lo que hacía suponer que en el club rojiblanco iba a dar más de una tarde de espectáculo. Lo que era desconocido por todos es lo que este rubio sería capaz de hacer en su tercera temporada en el club madrileño.

En su primera temporada como rojiblanco se convirtió en el máximo goleador uruguayo en la liga española. Pero a nivel individual la segunda temporada fue la de la explosión de Forlán. En la temporada 2008-2009 se convirtió nuevamente en el Pichichi de la Liga y en Bota de Oro, pero a diferencia de la vez anterior, esta vez el trofeo no tenía que compartirlo con nadie ya que se proclamó ganador en solitario del codiciado trofeo con la bonita cifra de 32 goles en la temporada. Esta gran cantidad de goles ayudó para que el Atleti consiguiera lo que hacía 12 años que venía anhelando, el pase para jugar la Champions League.

El Cacha ya era idolatrado en el Calderón. Los cánticos de “uruguayo, uruguayo” se sucedían cada domingo en el feudo rojiblanco y ya se había convertido en un auténtico ídolo para los rojiblancos. Pero si por aquellos entonces alguien se permitía dudar de la calidad de este delantero, su tercera temporada en el club terminó de disipar las dudas e hizo que todos y cada uno de los hinchas se rindieran ante él.

Diego Forlán
Corría la temporada 2009-2010, y tras la eliminación en la fase de grupos de la Champions, el Atleti quedaba rebotado a la segunda competición europea, la Uefa Europa League. Fue cuando Diego Forlán decidió echarse el equipo a la espalda y decidir que aquella iba a ser tu temporada, su competición y su año. Tuvo un papel fundamental en la consecución del primer título de Europa League para los rojiblancos ya que sólo se quedó sin marcar en la primera eliminatoria, lo que se traduce en que seis de los once tantos que anotó el equipo en esta competición fueron suyos, o lo que es lo mismo cinco de los últimos seis goles llevaban la marca del uruguayo.

Su consagración como héroe rojiblanco tuvo lugar en dos noches apoteósicas que ningún colchonero olvidará nunca; el gol del Anfield Road y los dos goles en la final de Hamburgo.


En la semifinal contra el Liverpool marcó el tanto que, metidos ya en la prórroga, daba el pase a la final, el gol que otorgaba al Atleti la posibilidad de alzarse con un título tantos años después. Su sangre fría a la hora de convertir el gol hizo que los aficionados estallaran de alegría, les devolvía a lo más alto del fútbol mundial, a una final europea.

Cuando llegó la hora de la verdad, la final de la Europa League, Forlán no se arrugó, una vez más tiró del carro del equipo marcando el primer gol de la final y sobre todo, marcando, por segunda vez consecutiva, en el final de la prórroga el segundo gol que evitaba unos penaltis agónicos y que proclamaba al Atlético de Madrid campeón de la Europa League.

Se trataba de un delantero veloz, con un potente disparo con ambas piernas, con un manejo de balón que muchos querían sí mismos y sobre todo, un luchador incansable. Por esto, para muchos desde el minuto 102 de Anfield, para otros desde el 117 de Hamburgo y para otros simplemente desde el día que tocó un balón en el Calderón, Diego Forlán forma parte de la historia colchonera. Todos y cada uno de los aficionados atléticos quedarán eternamente agradecidos a Forlán, aquel delantero que devolvió la ilusión, tantos años atrás perdida, de volver a ver al equipo en lo más alto.



Radamel Falcao: la historia más reciente

Radamel Falcao
Si comparamos a Falcao con los anteriores jugadores podemos observar diferencias muy notables. El jugador colombiano tan sólo lleva en el club dos temporadas, incluyendo la presente, pero tiene a parte de la afición divida por los constantes rumores de su posible salida del club y sobre todo, por flirtear con la posibilidad de que esa salida se diera al máximo rival rojiblanco, como es el Real Madrid. Pero, si bien es cierto, que Radamel Falcao García ha hecho posible que el Atlético se mantenga en lo más alto del fútbol.

Falcao llegó al club la temporada pasada con muy buenas señas de identificación: un killer dentro del área, espectacular remate de cabeza, un mago con ambas piernas, fuerza, garra y compromiso. Llegaba como uno de los llamados a ser el mejor nueve de área del mundo,  en el Atleti ha demostrado que lo es.

El club colchonero ya había sufrido lo que es El Tigre en estado puro ya que en los enfrentamientos del Atlético en Liga de Campeones contra el Oporto, antiguo equipo del colombiano, los rojiblancos habían dado buena cuenta de la calidad que atesora. Por este motivo aterrizó el delantero en la capital, para sanar el daño provocado en el pasado y hacer que el resto de equipos de la Liga le sufrieran.

Las expectativas eran muy altas, se esperaba mucho del fichaje más caro que había realizado el Atleti en su historia, del delantero capaz de meter cuatro goles en un mismo partido, del jugador que se anticipaba a todas las defensas y por supuesto, a todas las jugadas. Y como el grandísimo jugador que es, no defraudó a nadie. Si bien es cierto que, aunque empezó la temporada de forma espectacular, la llegada del nuevo entrenador Simeone, a quien ya conocía de etapa en River Plate, le terminó de dar el empujón y la regularidad que le faltaba al colombiano.

Su primer año en la Liga BBVA fue de gran calidad, marcó 24 goles en 34 partidos y ocupó la tercera plaza en el trofeo Pichichi sólo por detrás de Messi y Cristiano Ronaldo. Pero lo que realmente le ha dado verdaderas alegrías tanto a él como a la afición fue la competición europea, la Europa League, donde consiguió anotar 12 goles en 15 partidos y alzarse por segundo año consecutivo con el trofeo de máximo goleador de la competición.

Y es que fue en Europa donde Falcao más disfrutó. Marcó a todos los rivales contra los que se enfrentó el equipo y anotó en la gran mayoría de encuentros. Pero, sin duda alguna, el broche de oro lo puso el día 9 de mayo cuando en la final de la Europa League contra el Athletic de Bilbao, el Tigre realizó uno de sus partidos más brillantes hasta aquel momento. Anotó el primer golazo de la noche, una auténtico zurdazo que entró por la escuadra del portero, y a la media hora ya había sentenciado el partido a favor de los rojiblancos.

Pero su andadura en Europa no terminó con ese partido. El enfrentamiento entre el Atleti y el Chelsea en la final de la Supercopa de Europa fue otra fecha memorable para Radamel Falcao y para toda la afición colchonera. Durante los primeros 45 minutos el colombiano hizo y deshizo a su antojo, es más, deshizo por completoal todopoderoso Chelsea con un hat-trick que dejó boquiabierto a todo el panorama futbolístico mundial. Muchos consideran este partido como el partido más espectacular, brillante y completo del jugador.

El Tigre ha hecho posible que el Atlético de Madrid siga creciendo en Europa y, actualmente, también pelee con el mejor equipo de la historia del fútbol, por liga española. En tan solo un año y medio, Radamel ya ha creado historia.

Los grandes capitanes del barco

A lo largo de la historia del Atlético de Madrid muchos son los entrenadores que han ocupado el banquillo, algunos con más pena que gloria y otros sin embargo, han quedado en la memoria de todos los aficionados rojiblancos.

Al igual que ocurre con los jugadores, en casi 110 años de historia es difícil escoger a un solo entrenador por lo que vamos a hacer una selección, quizá no del todo justa ya que dejamos fuera a magníficos entrenadores del club como el gran Luis Aragonés, basándonos en aquellos que han conseguido algo tan especial como un Doblete en un año natural.

Así hablaremos de tres grandes hombres que han pasado y, alguno de ellos que todavía está, por la capitanía del navío colchonero: Radomir Antic, Quique Sánchez Flores y Diego Pablo Simeone.

·        ¡Radomir, te quiero!

Radomir Antic
Radomir Antic llegó al club en el año 1995, como gran parte de las estrellas con las que consiguió el gran hito de conquistar dos títulos en una temporada. Tras haber entrenado a equipos españoles como el Zaragoza, el Real Madrid o el Oviedo, el serbio llegó al Atleti como apuesta de Jesús Gil y Gil.

Su estreno en el banquillo del club no pudo ser mejor, en su primera temporada como técnico rojiblanco consiguió dar a la parroquia un título que hacía casi veinte años que no ganaban, la Liga; y devolvió la alegría conquistando el trofeo que tan sólo cuatro años antes ya había obtenido, la Copa del Rey.

Permaneció hasta el año 98 y después abandonó el club para, a mediados de la temporada siguiente, retomar el mando. Volvió a marcharse ese año y volvió a regresar en la temporada 99-00 para intentar sacar al equipo del infierno de segunda división.

Fue capaz de hacer al equipo pelear con los más grandes, porque el Atleti era un grande. La grada idolatraba a un serbio que había llegado sin hacer ruido y sin embargo había vuelto a poner al equipo en lo más alto. Domingo tras domingo en el feudo rojiblanco se le cantaba la ya famosa frase “Radomir, te quiero”, un Radomir que se convirtió en un aficionado rojiblanco más.


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·         La ilusión gracias a Quique

Quique Sánchez Flores
Quique Sánchez Flores jugó uno de los papeles más difíciles de cualquier entrenador. Llegó al club del Manzanares tras la destitución de Abel Resino y una vez transcurridas las primeras 8 jornadas de la temporada 09-10 y lo que se encontró no era precisamente un panorama muy favorable: un equipo al borde del descenso, jugadores abatidos, sin actitud ni ganas de luchar y hundidos psicológicamente. Quique tenía la difícil misión de recuperar a esos jugadores que podían dar mucho más de lo que estaban demostrando.

Con sus métodos cuidadosos, de pura psicología y de casi padre, el entrenador madrileño consiguió sacar lo mejor de  la plantilla que tenía, consiguió hacerles ver que podían llegar a conseguir todo lo que se propusieran. Y así fue. Esa temporada Quique consiguió meter al equipo en dos finales: la de la Copa del Rey y la de la Europa League.

Pero esto no acababa ahí. Sánchez Flores devolvió la ilusión no sólo a unos jugadores, devolvió la ilusión a una afición cansada de año tras año ver como su equipo parecía que sí y luego nada, porque Quique les hizo campeones otra vez, pero esta vez ante los ojos de toda Europa, les hizo campeones de la Europa League y no sólo eso, consiguió vencer al campeón de la Champions de aquel año, el Inter de Milán, en el agónico partido de la Supercopa de Europa.

Quique hizo ver a jugadores y aficionados que había que luchar para conseguir grandes cosas y él lo hizo desde el principio hasta el final. La grada estará eternamente agradecida a un entrenador que consiguió algo que parecía imposible, tocar el cielo vestido de rojiblanco.


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Cholo Simeone
·         Cholo, que bueno que viniste

Como ya hablábamos en su etapa como jugador, hablar del Cholo es hablar del Atleti, y como entrenador aún más si cabe.
Simeone llegaba al equipo rojiblanco aclamado por todos y cada uno de los hinchas del Calderón. Llegaba para sustituir a un Gregorio Manzano que, tras 16 jornadas, no había sido capaz de situar al Atleti en las posiciones altas de la Liga y, sobre todo, acababa de ser eliminado de la Copa del Rey a manos de un equipo de segunda B.

El Cholo decidió echarse el equipo a la espalda y revertir una situación anímica y futbolística en constante caída libre. Supo transmitir todos los valores que poseía como jugador y que tan grande le hicieron en el Atlético de Madrid. Les hizo ver a los jugadores que había que luchar cada balón como si fuera el último, que había pelear hasta el final sin relajarse ni un momento, que tenían que dejarse la piel por una camiseta que era mucho más grande de lo que algunos creían y, sobre todo, les hizo ver que tenían que estar unidos, que tenían que ser un equipo.

En su primera temporada Diego Simeone consiguió mantener al equipo entre los grandes de Europa no sólo conquistando la Europa League sino haciéndolo de una forma brillante y con juego de ensueño. Por si fuera poco, se propuso que el partido de la Supercopa de Europa contra el Chelsea fuese aún mejor, si cabía, que el jugado unos meses antes en la final de Bucarest. Se lo propuso y, por supuesto, lo consiguió. Toda Europa caía rendida ante el juego que practicaban los rojiblancos y muchos consideraron este partido como el mejor de la historia del Atlético de Madrid. Y aún hay más, el entrenador argentino ha conseguido batir el récord de victorias consecutivas en Europa, son 15 los triunfos cosechados por los colchoneros en competición europea.

El Cholo volvía por la puerta grande a la que había sido, es y será siempre su casa y la afición así se lo recuerda partido tras partido, porque la hinchada no abandona al uno de los buques insignia de este club porque Simeone es el Atleti y el Atleti es Simeone.


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