28 de diciembre de 2012

Los 10 mejores jugadores de la historia rojiblanca

El privilegio de crear historia

A lo largo de los años muchos, muchísimos son los jugadores que pasan por las filas de un club de fútbol, pero son pocos, muy pocos los que consiguen hacerse un hueco en la historia de ese equipo, son muy pocos los que consiguen llegar al corazón de los aficionados, ya sea por su calidad con el balón, su calidad como persona o ambas cosas.

El Atlético de Madrid es uno de los equipos que cuenta con una hinchada más exigente, en el buen sentido de la palabra. Es una afición exigente con sus jugadores porque sólo piden una cosa: que éstos les devuelvan la milésima parte de lo que ellos entregan por el club cada partido, que se dejen la piel por algo que para muchos de ellos no es sólo fútbol sino una parte imprescindible de su vida.

En todo equipo, sea cual sea el deporte, existen tres tipos de jugadores que conforman la leyenda del club. En primer lugar, están aquellos que han pasado sin pena ni gloria por el club, que no han aportado nada, y cuyos nombres, por diversas circunstancias, no han quedado grabados en los anales de la historia del equipo. En segundo lugar, aparecen aquellos jugadores que, como hemos mencionado anteriormente, han dejado huella, han marcado una época en el club, aquellos jugadores que son santo y seña de un equipo, aquellos que sólo con pronunciar su nombre, el escudo de su equipo aparece inmediatamente en tu cabeza. Y, por último, existe otro tipo de jugador que crea otro tipo de historia, esto es, aquellos que han sido ídolos de masas pero que, sin embargo, con su marcha hicieron que la afición les perdiera todo ese cariño y apego que les profesaban, ya bien sea por unas declaraciones inadecuadas, ya sea por una falta de respeto a la afición o ya sea por marcharse al eterno rival de un club.

En esta ocasión nos centraremos en dar protagonismo a todos aquellos que durante su estancia en el Atlético de Madrid han defendido desde el principio hasta el final las rayas rojiblancas, aquellos que se convirtieron y se siguen convirtiendo en la envidia de medio mundo por su calidad con el balón en los pies, los que han engrandecido la historia colchonera, en resumen, aquellos que se han mostrado orgullosos de pertenecer a este club y han hecho al Atleti un equipo grande.

El problema surge a la hora de la selección de estos jugadores. Tras casi 110 años de historia rojiblanca, muchos son los que se merecen un hueco en esta pequeña lista que engloba a los mejores jugadores de su historia. Pero ante la imposibilidad de crear una enumeración con más de un centenar de jugadores, nos centraremos en aunar los 10 jugadores que mejor hayan representado esta calidad futbolística y a su vez hayan mostrado un vínculo afectivo con el club. Al igual que un barco sin capitán se hundiría, un equipo de fútbol sin un entrenador no sería nada. Es por esto por lo que también dedicaremos espacio a analizar al mejor entrenador de la historia colchonera.




Los 10 mejores jugadores de la historia rojiblanca






Luis Aragonés: la leyenda más viva del Atleti


Luis Aragonés 
En la historia de un cualquier club de fútbol existen jugadores importantes, jugadores recordados, jugadores a los que se le estará eternamente agradecidos, jugadores que representan de la mejor manera el club y jugadores a los cuales su grandeza y amor por el club han convertido en auténticas leyendas. Estos últimos son los futbolistas que pasen los años que pasen formarán parte del alma del club.

Luis Aragonés Suárez representa a la perfección el término leyenda. Ha dedicado más de media vida alAtleti, a su Atleti, por el que tanto ha sufrido, por el que tanto ha peleado y al que tanto quiere. 

Zapatones¸ como era conocido en su época de jugador, se incorporó al club en el año 1964 como uno de los interiores derechas más goleadores del panorama futbolístico español. Poseía un juego y una visión que fue mejorando con el paso de los años. Llegó a ser un gran especialista en tiros de falta y en el lanzamiento de penas máximas desde los once metros. Tenía un potente disparo y se consagró como uno de los mejores futbolistas del momento.

Luis Aragonés puede presumir de haber vivido la época dorada del Atleti, puede decir que él formó parte de la historia más grande del club y por la cual el Atleti se le considera un grande de España. En su primera temporada como rojiblanco, Luis ganó la Copa del Rey y quedó segundo en el campeonato nacional pero al año siguiente, completaría la faena quedando primero y alzándose con el trofeo de la Liga.

Durante sus diez años en el club, Luis disputó 360 partidos y marcó 173 goles. A su vez,  consiguió otras dos Ligas y otra Copa del Rey. En la temporada 69-70 obtuvo el trofeo Pichichi que le acreditaba como el máximo goleador de la Liga. Este trofeo tuvo que compartirlo con su compañero de equipo Gárate y con el jugador del Real Madrid, Amancio Amaro tras quedar los tres empatados a 16 goles.

Fue el protagonista de uno de los momentos más grandes de la historia del club puesto que en el partido de ida que jugaban contra el Bayern de Múnich, Luis marcó un golazo de falta directa que ponía, momentáneamente, la Copa de Europa en las vitrinas rojiblancas. En el partido de vuelta, la dolorosa derrota por 4-0 dejaría a los rojiblancos sin el ansiado trofeo.

Tras una decena de temporadas en el club de sus amores, Luis Aragonés decidió colgar las botas con un gran palmarés a sus espaldas y con la denominación de ídolo para la afición colchonera. Cambió la elástica de jugador por el mono de trabajo de entrenador y, como no podía ser de otra manera, empezó en el club que le había visto hacerse grande como jugador.

Luis entrenó al Atlético de Madrid en cuatro ocasiones. La primera de ellas abarcó desde el año 1974 hasta 1980, alzándose con la Copa Internacional, una Copa del Rey y una Liga. Su segunda etapa duró cinco años que se desarrollaron entre 1982 y 1987 y en ellos consiguió otra Copa del Rey y la Supercopa de España. Entre 1991 y 1993 tiene lugar su tercera aparición en el banquillo colchonero ganando otra Copa del Rey más. Por último, en el año 2001 llega de nuevo al club cuando éste se encuentra en su peor momento, su segundo año en la segunda división española. Luis consigue sacar al equipo del infierno y devolverlo a la máxima categoría.

Por su fidelidad al club tanto de jugador como de entrenador, Luis Aragonés ha sido enmarcado como leyenda dentro del Atlético de Madrid. Lo ha sido todo en el club y lo sigue siendo porque el Sabio de Hortaleza  pasea orgullo rojiblanco allí por donde pasa. Jugadores como él son difíciles de encontrar en el panorama actual de fútbol  en el que el dinero y fama lo es todo. Para Luis había algo que le movía por encima de todas las cosas, su corazón eternamente rojiblanco.

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José Eulogio Gárate: gloria atlética

Muchos aficionados del Atlético de Madrid consideran a este magnífico delantero centro como el mejor de todos los que han pasado por el club rojiblanco. Este argentino de nacimiento fue durante más de diez años, el referente en ataque del conjunto colchonero.

Gárate fue un buen delantero con muchísimo olfato goleador ya que hablar de Gárate es hablar de gol. Fue uno de los jugadores más limpios que han pasado por la Liga pues en toda su carrera deportiva, la cual fue desarrollada en su gran mayoría en nuestra liga, tan sólo fue expulsado en una ocasión. Le llamaban El ingeniero del área  debido a su calidad en la zona de máximo peligro y, por supuesto, a que durante su periodo como futbolista también se dedicó a estudiar la carrera de ingeniería industrial.

Este magníficodelantero llegó al club del Manzanares en el año 1966 procedente de la Sociedad Deportiva de Indauchu. Formó una de las mejores parejas de ataque al lado de Luis Aragonés y ambos eran la envidia de media Europa. Disputó un total de 327 partidos con la elástica rojiblanca en los que marcó 136 goles. Consiguió el trofeo Pichichi en tres ocasiones consecutivas aunque en todas ellas tuvo que compartirlo. En la temporada 68-69 marcó 14 goles y compartió trofeo con Amancio. Este Pichichi fue muy mertitoso ya que Gárate sólo jugó 20 encuentros en toda la Liga debido a una lesión que le tuvo apartado de los terrenos de juego. Al año siguiente la historia se repetía pero en esta ocasión el empate entre el rojiblanco y el merengue era a 16 goles. Además, su compañero de equipo Luis Aragonés también igualaría esa marca por lo que el logro fue para los tres. Por último, en la temporada 70-71 anotó 17 goles y esta vez su premio lo compartiría con el jugador del Barcelona, Carles Rexach.

José Eulogio Gárate
Al igual que Luis Aragonés, José Eulogio Gárate vivió una de las épocas más gloriosas del Atlético de Madrid, una gloria que gente como él había dado la posibilidad de conseguir. En su palmarés figuran trofeos como la Copa Intercontinental, con su amigo y ex-compañero Luis Aragonés como técnico rojiblanco, tres Ligas y dos Copas del Rey.

En 1977 sufrió una dura entrada que le produjo una extraña lesión que estaba causada por la infección de su rodilla mediante un misterioso hongo desconocido. Esto produjo su retirada del fútbol profesional y a partir de este momento dedicó su vida a ejercer como ingeniero.

José Eulogio Gárate nunca salió de la lesión pero tampoco saldrá nunca de la memoria de aquellos que le vieron jugar y del corazón de los que si haberle visto demostrar su grandeza en directo, supieron que fue el más grande caballero del fútbol español.



Luiz Pereira: el muro infranqueable


Es de sobra conocido por todos que en la presente selección de grandes jugadores de la historia rojiblanca podríamos incluir a más decenas de jugadores que han sido muy importantes para el club. Pero el problema que surge es que la mayoría de los jugadores que aparecen en esa lista suelen ser delanteros, extremos, mediapuntas…en definitiva, jugadores llegadores al área que con sus goles han marcado la diferencia. Por el contrario, siempre se relega a un segundo plano a los porteros, defensas y centrocampistas defensivos, en gran parte, porque su escasez de cara el gol les convierten en futbolistas menos vistosos.

En esta tercer mención a jugadores rojiblancos importantes, hemos querido destacar a un jugador defensivo, pero no cualquier jugador, sino a un auténtico defensa central que, valga la redundancia, defendió con uñas y dientes las zaga rojiblanca, Luiz Pereira.

Luiz Edmundo Pereira, que así es su nombre completo, militó en el club del Manzanares durante un largo periodo de tiempo. Se incorporó a sus filas en el año 75 junto a su compañero en el Palmeiras, Leivinha, con el cual también compartió vestuario en la capital de España. Su debut en el Atlético de Madrid tuvo lugar el 28 de septiembre en un partido en el que se enfrentaban contra el Salamanca en el que el equipo rojiblanco consiguió la victoria por 4 goles a 1.

Metía tanto miedo a la grada cuando sacaba la pelota como a los rivales cuando le encaraban. Era un defensa duro, fuerte y muy elegante. Se convirtió en uno de los primeros centrales de la época en sacar la pelota jugada y no jugar al pelotazo. En cuanto contaba con a ocasión, realizaba grandes subidas por las bandas y ponía buenos centros a sus compañeros. Pereira poseía un regate de gran calidad pero a veces, esto se traducía en pérdidas de balón que acababan con un gol del equipo contrario. Al mismo tiempo, era un defensa muy goleador y marcó importantes tantos.

Pereira permaneció durante cinco temporadas en el club rojiblanco con un bagaje de 171 partidos jugados en los cuales marcó un total de 17 goles, una cifra que no está nada mal por tratarse de un defensa central. En su palmarés cuenta con una Copa del Rey, ganada en su primer año con colchonero, y una Liga que fue obtenida en la temporada siguiente en la 76-77.

Luiz Pereira fue y es un mito para la parroquia rojiblanca y en numerosoas ocasiones ha demostrado el afecto y cariño que él guarda a este club. Su carácter valiente y aguerrido le hizo convertirse en uno de los jugadores más queridos por la hinchada. Pereira se entregaba al máximo en el campo y respondía de manera muy favorable en todos los partidos que disputó. Por todo ello, es por lo que creó historia en el club y por lo que todos los aficionados rojiblancos le han tenido siempre un enorme cariño y le guardan en su memoria como el ejemplo a seguir de cualquier defensa central.

Luiz Pereira


Paulo Futre: rojiblanco de corazón

La mejor forma de definir el espectáculo, la calidad y la grandeza futbolística solo requiere de una palabra, mejor dicho de dos, un nombre y un apellido: Paulo Futre. Este portugués llegado del Oporto se iba a convertir en uno de los jugadores más completos y de mayor técnica que los aficionados rojiblancos iban a ver correr por la banda izquierda del Vicente Calderón.

Paulo Futre
En el año 1987 llegaba directamente del fútbol portugués una joya futbolística que ya había empezado a deslumbrar a medio mundo. Había conseguido multitud de títulos nacionales e internacionales con su anterior club, pero al mismo tiempo había obtenido el reconocimiento del campeonato nombrándole mejor jugador de la liga portuguesa en dos de la tres temporadas que había jugado en el Oporto. Fue una petición expresa del, por aquellos años, presidente del Atlético de Madrid, Jesús Gil y Gil quién no paro hasta conseguir que ese gran jugador pisara el césped del feudo rojiblanco.

Futre disputó 205 partidos en su primera etapa con la elástica rojiblanca y en ellos marcó 54 goles. Consiguió dos Copas del Rey y un subcampeonato de la Liga. Podía jugar de delantero, de mediapunta o de extremo izquierdo pero lo importante no era de qué jugaba sino cómo jugaba. Era rápido, vertical, ágil, un mago del balón. Poseía un gran disparo y era un auténtico especialista a balón parado. Fue el máximo exponente de del contragolpe en el mundo del fútbol y para muchos fue el mejor jugador del mundo de la época. Llegó a ser condecorado con el Balón de Plata tras quedar segundo en la clasificación de goleadores en Europa.

Como ha venido sucediendo, sucede y sucederá a lo largo de los años de la historia de este club, hay jugadores que nada más llegar quedan prendados de él, de su afición, de su empuje, de sus colores rojiblancos. Nadie sabe que es, pero el Atleti tiene algo que todo aquel que lo descubre queda enamorado del club para siempre. Algo que atrapa y que no te deja indiferente. Futre fue uno de estos jugadores que quedó absolutamente obnubilado por el Atlético de Madrid y desde el día en que llegó al equipo por sus venas corre sangre rojiblanca.

Tal es su amor por el equipo colchonero que quiso venir a terminar su carrera futbolística al club del Manzanares. En su segunda etapa que tan solo se extendió durante la temporada 97-98, Futre apenas jugó diez partidos que fueron más de reconocimiento al trabajo bien hecho y de despedida de la que siempre será su afición.

Esta pasión que algunos futbolistas transmiten por el club es lo que les hace obtener un cariño multiplicado por mil por parte de la afición. El hincha sabe quién da todo por la camiseta que lleva puesta y ese será arropado por ellos eternamente. Paulo Futre lo daba todo en cada partido por el club, luchaba cada balón como si fuera el último y moría en cada jugada por el simple hecho de que había entendido la grandeza del equipo en el que jugaba y porque quería devolver a la afición una pequeña parte del aliento que él recibía cada domingo.

Tanto es así que después de abandonar el fútbol, volvió al club de sus amores como director deportivo. Sacó al equipo del infierno de Segunda y en 2003 dejó el cargo para convertirse en un aficionado más al que podemos encontrar cada quince días en el Vicente Calderón. Futre será eternamente rojiblanco de corazón.


José Francisco Molina: el cerrojo

Francisco Molina
El mundo del fútbol es muy injusto, siempre se lo bueno de los delanteros y lo malo de los porteros; los guardametas son siempre los eternos olvidados. Siempre se ha dicho, y es cierto, que se ven más los fallos de los porteros que los aciertos, pero no nos podemos olvidar que con sus paradas y sus buenas intervenciones, ellos salvan partidos, dan títulos y, sin embargo, son a los que menos importancia se les proporciona. Por este motivo en esta lista de mejores jugadores del Atlético de Madrid no podíamos olvidarnos de darle el lugar que se merece uno de los mejores porteros que han defendido el arco rojiblanco, José Francisco Molina.


La portería es un puesto que en el Atlético no ha sido muy regular, es más, desde la salida del club de Molina ningún portero ha destacado por apilar un gran número de temporadas en ella. Cabe destacar que junto con Molina, Abel Resino fue el otro cancerbero que dejó huella en el club, de hecho consiguió el récord de imbatibilidad en la Liga que a día de hoy se mantiene y que asciende a 1275 minutos sin encajar un gol.

José Francisco Molina llegó al Atlético de Madrid, procedente del Albacete Balompié, en el año 1995 junto con su compañero y gran defensa rojiblanco, Santi Denia. Disputó 248 partidos con la camiseta del equipo rojiblanco y obtuvo en su primera temporada como colchonero el Trofeo Zamora que le acreditaba como portero menos goleado de la temporada. Fue el portero titular durante la temporada 95-96 y, con eso uno de los culpables, de que el equipo obtuviese el Doblete. Sus grandes paradas salvaron más de un partido importante durante el campeonato.

Permaneció en el equipo hasta el año 2000 donde, tras producirse el descenso a segunda división del Atlético, fue vendido al Deportivo de la Coruña donde continuó su carrera deportiva hasta que un cáncer de testículo le apartó de los terrenos de juego por un gran periodo que se extendió hasta el año 2006.

Su buena actuación en el Atleti no pasó desapercibida ya que en más de una ocasión fue llamado a rellenar las listas de las convocatorias de la Selección Nacional de Fútbol. Fue convocado para la Copa del Mundo de 1998 disputada en Francia e incluso para la Eurocopa 2000. Curiosamente, su debut con el combinado nacional nofue como portero. En un partido contra Noruega, y con todos los cambios de jugadores de campo agotados, se lesionó uno de los defensas y Molina salió a sustituirle ocupando la demarcación de lateral izquierdo, posición en la que no se desenvolvía mal.

José Francisco Molina era uno de los mejores porteros con los pies y poseía una cualidad que cada día se va perdiendo más en los arqueros actuales, salía a por los balones de área, no se quedaba esperando debajo del larguero. Era valiente y aguerrido y eso lo supo ver la hinchada colchonera para quien, Molina, forma parte de la mejor historia atlética.
  

Diego Pablo Simeone: derrochando coraje y corazón

Muy grande fue la huella que, como jugador, dejó Simeone en todos los aficionados rojiblancos. Admirado e idolatrado por la grada debido a su alto nivel de compromiso con las rayas rojas y blancas que portaba en su camiseta. Salía al campo a dejarse la vida, a morir por el escudo que llevaba bordado en su pecho y a pelear desde el minuto uno hasta que el árbitro determinara el final del encuentro. Era ejemplo de luchador incansable, de fortaleza y garra.

Diego Simeone
Son todos estos atributos y su actitud en la cancha lo que llevó al Cholo a convertirse en un ídolo de masas en el Calderón. Su defensa del club allá por donde iba, su declaración de amor a los colores rojiblancos y su entrega partido tras partido hizo que la hinchada atlética no dudara ni un segundo en proclamarle santo y seña del Atlético de Madrid.

Al igual que otra gran cantidad de jugadores, Diego Simeone pronto comprobó lo que era ser del Atleti. Tras su breve paso por el Sevilla. El argentino recaló en la capital de España para jugar en el Atlético en el año 1994 y al instante quedó enamorado de este club, de su gente, de su alegría y de todo lo que aquello conllevaba. El día que el Cholo firmó por el Atleti, nunca más pudo volver a desvincularse de él, su corazón se hizo rojiblanco y así lo sigue defendiendo por cada rincón del mundo.

En su primera etapa como rojiblanco, Diego Simeone saboreó las mieles del éxito. Fue piezafundamental en la consecución del mítico Doblete del club del Manzanares. Esto se traduce en la conquista, en la temporada 1995-1996, del campeonato de la Liga española y la Copa del Rey. Es más, el protagonismo del centrocampista argentino va más allá, ya que en el último partido de la temporada en el que se jugaban la Liga, el Cholo anotó el primer gol del encuentro con un magnífico cabezazo. Era el pulmón del equipo, empezaba desde la banda izquierda y siempre llegaba a pisar el área rival, prueba de ello es la capacidad goleadora que poseía pese no a ser delantero, anotó 24 goles en 97 partidos que disputó en este primer periodo.

Como ya hemos mencionado anteriormente, el Cholo ya era atlético de corazón, pero tras ese gol en el Calderón contra el Albacete que certificaba que el campeonato se teñiría de rojo y blanco, se demostró una vez más lo importante que era el club para él. Esa energía, ese sentimiento que puso en la celebración del gol, dejaba patente que el Atlético de Madrid se había convertido en el club de sus amores.

Fue proclamado uno de los capitanes del equipo y en el año 2003 volvió al club iniciando así su segunda etapa que se extendería durante dos temporadas más en el Vicente Calderón. Es en esta segunda ocasión se adaptó al esquema del equipo y retrasó su posición para jugar en el centro de la zaga e incluso de mediocentro defensivo.

Desde su salida del club el año 2005 todos los aficionados rojiblancos contaban los minutos para que su gran ídolo volviese de nuevo a la que ha sido, es y será siempre su casa. Deseaban que volviera ocupando una demarcación muy especial, la de entrenador del primer equipo. La temporada pasada la hinchada pudo ver cumplidosu sueño y el mítico grito de “ole, ole, ole Cholo Simeone” vuelve a retumbar entre las paredes de un estadio que siempre le ha visto triunfar.