Hay que remontarse
trece años atrás para encontrar el origen de este galardón, concretamente al
mes de abril de 1999 cuando la selección española de fútbol sub-20 conquistaba
la Copa del Mundo en Nigeria. Por entonces, dos chavales que empezaban a
despuntar comenzaban una amistad que han forjado con el paso de los años.
Xavier Hernández
empezaba a destacar como ese gran centrocampista de la cantera azulgrana que con
su talento y su calidad se iba estableciendo como un peso pesado dentro del
vestuario nacional. Iker Casillas, quien en aquellos tiempos se veía relegado
al banquillo partido si y partido también, no podía imaginar lo que, años
después, sería para su club y mucho menos para esa selección que tantos éxitos
iba a fraguar. Ambos representan la humildad, el trabajo, la ilusión y el
sacrificio de este deporte llamado fútbol, cada uno lo hace desde el amor a unos
colores diferentes pero siempre desde el respeto y la educación, cualidades que
les han llevado a ser galardonados con el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes 2012.
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Abrazo entre Iker y Xavi tras recibir el Premio |
Cabe
destacar que resulta curioso el origen de esta candidatura que fue presentada,
ni más ni menos, que por el presidente de la FIFA, Joseph Blatter. Esto
demuestra que la actitud llevada a cabo por Xavi e Iker ha traspasado las
fronteras de nuestro país e incluso los altos cargos del fútbol mundial han
percibido que la relación de los futbolistas representa valores cada vez más
carentes dentro del fútbol. Los continuos enfrentamientos que han tenido lugar
entre Real Madrid y Barcelona durante los últimos años en los que el nivel de
rivalidad se ha incrementado hasta niveles incluso peligrosos, no ha hecho que
la relación entre estos dos amigos se haya visto truncada, al contrario, ellos
son los que han limado asperezas entre ambos clubes dejando constancia de que
un mero deporte no va a acabar con años y años de amistad.
Con
este premio se pretende ensalzar los otros valores del fútbol, valores a los
que las personas, jugadores, directivos y las propias aficiones incluidas, no
están acostumbrados a ver en este mundo que en los últimos años se ha vuelto
más y más hostil. Se demuestra así que la amistad existente entre estos dos
jóvenes va mucho más allá del equipo al que representan, que no hace falta
pertenecer al mismo club para poder forjar una verdadera y duradera amistad que
se extiende más allá de los terrenos de juego. “Son un ejemplo de juego limpio que es admirado por todos. Juntos han
mostrado una actitud conciliadora que ha limado las tradicionales diferencias” apuntaba
el acta presentada por el jurado.
El
jurado del Premio Príncipe de Asturias ha querido así premiar unos valores que
nunca antes habían sido premiados, unos valores muy importantes y necesarios
para triunfar en cualquier ámbito de la vida. Bonita lección que una vez más
estos dos grandes capitanes nos regalan.
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